domingo, 17 de mayo de 2009



San Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros.

viernes, 17 de abril de 2009


Me gustaría escribirte, con la pluma de todos los santos.

Quisiera alabarte con las voces de todos tus enamorados.

Anunciarte por todos los confines.escribir todas las páginas.

Ser la Creación

Ser alas de todos los ángeles Pero solo puedo decirte:

Te amo mi Amado!

Y ni siquiera soy capaz de decirlo cada minuto de mi vida

sábado, 4 de abril de 2009









Domingo de Ramos!!!!!!!!!!!! Arriba Nuestros Ramos cantemos al Señor! Que todo el mundo se alegre con Él!
Arriba nuestros ramos! vamos a Jerusalén! la ciudad bendita, la Jerusalén celestial!
Arriba nuestros ramos! ya llega el Rey! abramos nuestros corazones! dejemosle entrar!
Arriba nuestros ramos! Y vivemos Hassanas al que viene montado en burrito!
Arriba nuestros ramos! Ya llega el Rey de Reyes a morar en nuestro corazón1 abramos las puertas! dejemosle entrar! Arriba nuestros Ramos!






lunes, 23 de marzo de 2009


No me mueve mi Dios para quererte

El cielo que me tienes prometido.

Ni me mueve el infierno tan temido

Para dejar por eso de ofenderte.


Tú me mueves, Señor, muéveme al verte

Clavado en una cruz y escarnecido;

Muéveme ver tu cuerpo tan herido;

Muévenme tus afrentas y tu muerte;


Muéveme al fin tu amor, y en tal manera,

Que , aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno te temiera.


No me tienes que dar porque te quiera,

Pues aunque lo que espero no esperara,

Lo mismo que te quiero te quisiera.


San Francisco Javier



miércoles, 11 de marzo de 2009


San Juan 2, 13-25
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

lunes, 1 de diciembre de 2008


domingo, 30 de noviembre de 2008

Tiempo de Adviento







TIEMPO DE ADVIENTO


EL SEÑOR ESTA CERCA, SE NECESITA UN LUGARCITO

Eso significa "adviento": el que está viniendo. Y como pasa en nuestra vida de familia, cuando alguien querido nos visita, sobre todo si viene de lejos a vernos, uno se llena de alegría, se ilusiona, y se prepara tanto el corazón como la casa.
Como en aquellos días en los que José y María, embarazada y a punto de dar a luz, se pusieron en camino, rumbo a Belén para aquel censo y después, al llegar al pueblito, andaban golpeando las puertas, buscando una posada para que nazca el Niño, así también en este tiempo, el Señor anda viniendo, buscando sitio para nacer, para manifestarse, y así como entonces lo buscaba en la posada y las casas de Belén, lo anda buscando hoy en mi propio corazón. Hacerle sitio en mi alma, en mi vida, en este momento de mi historia, sea el mejor o el peor, con mis gracias y mis pecados, con mis aciertos y mis errores. Adviento es el tiempo que tenemos para preparar ese sitio en el corazón que el Niñito Jesús necesita para nacer en esta Navidad.
Dios no pretende ni exige de mi corazón el "pesebre ideal". Lo que pretende es encontrar la puerta abierta, lo que quiere es un "lugarcito", es la buena intención, es el anhelo de que su presencia nos cure, es el deseo renovado de ser buenos. Nosotros haremos un poquito en esto de disponerle el sitio, el resto lo va a hacer Él. Si justamente para eso viene, para eso se encarna, por eso anda buscando mi corazón, porque sabe que no podemos con todo, porque sabe que somos débiles y perezosos. No viene a "jugar a las visitas" con la humanidad, viene a salvarla.
No pide una casa donde todo esté perfectamente en orden y prolijo. Pide un rinconcito para nacer y así ayudarnos con nuestros desordenes: viene a devolvernos, con su mirada, ese brillo en los ojos que el tiempo opacó, o que nos hemos dejado robar. Viene, con sus manitas, a poner calor en las zonas del alma que se nos han entumecido de frío y que necesitan ser abrazadas. Viene a arrancar las muecas de tristeza o dureza que tramposamente hemos dejado instalarse en nuestro rostro. Viene a abrir espacios empecinadamente cerrados por nosotros a tantos hermanos nuestros a los que les seguimos diciendo: "Sigan adelante, no hay sitio en esta posada", para quedarnos encastillados y estancados en la ciudadela de nuestras mezquinas seguridades.
"Estoy a la puerta y llamo -dice el Apocalipsis-, si me abres entraré en tu casa..." (Ap. 3,20). ¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a dejarlo pasar? ¿Vamos a disculparnos una vez más -¡y se nos va yendo la vida!- por este año, con la falsa promesa de que la próxima vez será distinto? ¿O vamos a abrirle las puertas y dejarlo entrar, aunque cueste, aunque la casa no esté como hubiéramos deseado y Él merece, para permitir que su presencia en nosotros renueve todas las cosas, "dé vuelta la casa" y haga de esta Navidad para mí, para mi familia, una Navidad distinta? ¡El Señor está cerca! ¡Y anda buscando un sitio!... por eso nuestra súplica: ¡VEN, SEÑOR JESUS!

P. Angel Rossi S.J.