lunes, 23 de marzo de 2009


No me mueve mi Dios para quererte

El cielo que me tienes prometido.

Ni me mueve el infierno tan temido

Para dejar por eso de ofenderte.


Tú me mueves, Señor, muéveme al verte

Clavado en una cruz y escarnecido;

Muéveme ver tu cuerpo tan herido;

Muévenme tus afrentas y tu muerte;


Muéveme al fin tu amor, y en tal manera,

Que , aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno te temiera.


No me tienes que dar porque te quiera,

Pues aunque lo que espero no esperara,

Lo mismo que te quiero te quisiera.


San Francisco Javier